Autor: Julien Gracq
Traducción: Julià de Jòdar
Prólogo: Jesús Ferrero
Fecha de publicación: 11 de octubre de 2010
Formato: 21 x 15 cm
Encuadernación: rústica con solapas
Páginas: 112
PVP: 13,95 €
ISBN: 978-84-938013-0-4
Colección: Noches Blancas, n.º 4
Género: Literario/Novela
Otros idiomas: francés, inglés
Descripción:
«Cuando rememoro la época en que se acababa mi juventud, nada me parece más opresivo, más perturbador, que el recuerdo de los meses en que maduraba, sin comprenderlo aún, la resolución de la guerra de 1914…»
El protagonista de El rey Cophetua, un soldado sin nombre que resultó herido en la Batalla de Flandes, inicia El rey Cophetua al rememorar el otoño de 1917 en Francia, justo antes de que la guerra llegase a su final. Es el día de Todos los Santos. Mientras el personaje viaja desde París a Braye-la-Forêt para visitar a Nueil, un viejo amigo, evoca todos sus recuerdos de la guerra, los bombardeos y el dolor. Entretanto, piensa en su amigo: se pregunta por qué lo habrá llamado y, al mismo tiempo, desea verlo. Pero cuando finalmente llega a la villa de Nueil, este no está. En su lugar lo recibe una doncella, también sin nombre.
Entre esos dos desconocidos prácticamente anónimos tiene lugar un encuentro (retratado por André Delvaux en su película Rendez-vous à Bray) que, más que por el presente y el futuro, se preocupa por el pasado, por revivir, mediante un plano intemporal donde sólo quedan sombras, el momento que «marcó el fin de su juventud».
«No le dieron el Premio Nobel porque lo hubiera rechazado». El País. «Gracq es uno de los escritores más estimulantes, originales e imaginativos de la literatura francesa contemporánea». The New York Times Book Review. «Los textos de Gracq brillan en la penumbra literaria como esos “hermosos buques fantasmas” que evocaba Claude Roy. La lectura de Gracq es una experiencia incomparable». Libération.
«Como Novalis, de quien se sentía muy próximo, Gracq concebía una realidad más vasta, aunque sin fisuras, y abierta a todos los horizontes». Le Monde.
«Nada le importaban los oropeles porque brillaba siendo única y exclusivamente lo que era: Julien Gracq, escritor francés». Le Figaro. «Julien Gracq desarrolló a lo largo de toda su obra una novelística del hábito, de los paisajes y “excursiones” interiores y exteriores».
Mathieu Lindon. «Julien Gracq no es tan sólo el mejor paisajista de nuestra literatura —más preciso que Chateaubriand, más musical que Stendhal, más sensual que Proust—, es también uno de los escritores contemporáneos que transmite con más intensidad a sus lectores la energía, la viveza (...), es decir, lo que él mismo denominaba “la melodía de la vida”». Télérama.
«Como Novalis, de quien se sentía muy próximo, Gracq concebía una realidad más vasta, aunque sin fisuras, y abierta a todos los horizontes». Le Monde.
«Nada le importaban los oropeles porque brillaba siendo única y exclusivamente lo que era: Julien Gracq, escritor francés». Le Figaro. «Julien Gracq desarrolló a lo largo de toda su obra una novelística del hábito, de los paisajes y “excursiones” interiores y exteriores».
Mathieu Lindon. «Julien Gracq no es tan sólo el mejor paisajista de nuestra literatura —más preciso que Chateaubriand, más musical que Stendhal, más sensual que Proust—, es también uno de los escritores contemporáneos que transmite con más intensidad a sus lectores la energía, la viveza (...), es decir, lo que él mismo denominaba “la melodía de la vida”». Télérama.
Nació en Sant-Florent-le-Vieil en 1910 como Louis Poirier, se licenció en Ciencias Políticas e impartió Historia y Geografía en diversos institutos franceses. En 1937 se afilió al Partido Comunista Francés, aunque dos años después lo abandonó debido al pacto germano-soviético. Ese mismo año conoció a André Breton y a los surrealistas, lo que posteriormente influiría en el estilo de sus obras.
Durante la Segunda Guerra Mundial, estuvo cautivo como prisionero de guerra en Silesia con otros oficiales de la Armada Francesa, entre los que destaca el escritor y crítico literario Armand Hogg, con el que luego iniciaría una duradera amistad.
Algunas de sus novelas son En el castillo de Argol (1938), El mar de las Sirtes (1951), novela por la que recibió el premio Goncourt (rechazado por el autor), y Los ojos del bosque (1954). También publicó ensayo (en 1948 dedicó un libro al estudio de la obra de André Breton), además de teatro (Le roi pêcheur, 1948), crítica literaria y diversos artículos. Murió en Angers en 2007.
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